miércoles, 15 de diciembre de 2010

La gemela siniestra


Cuentan los que saben que el día que nuestros gobernantes anunciaron el nacimiento de la Ley de Dependencia encubrieron que, junto a ella, había nacido una hermana gemela que intentaron mantener oculta por la vergüenza que les producía. La recién nacida estaba destinada a traernos universalidad, prevención, servicios profesionales, calidad, empleo, retorno y sostenibilidad. Pero nació enferma y enclenque. Sólo podría crecer si la nutrían con dos alimentos: por un lado, colaboración y generosidad entre el Estado y las Comunidades Autónomas y, por otro, la cooperación entre las iniciativas pública y privada. Todos sabían que, si conseguían que llegase a adulta, los dependientes recibirían una atención equiparable a la de otros reinos del norte.
Sin embargo, la gemela siniestra nació rolliza y bien sana, sólo necesitaba apariencia para crecer. Se alimentaba de números y prosperaba en la discordia y la desconfianza.
Al poco de nacer las pequeñas, la más débil murió, pero nuestros gobernantes decidieron ocultárnoslo. Vistieron a la gemela siniestra con las ropas de su difunta hermana y nos dijeron: ¡Mirad! La Ley de Dependencia crece fuerte y sana.
A partir del día de la muerte de la Ley de Dependencia, la gemela siniestra se hizo más fuerte. Consiguió que las cifras de solicitudes de dependencia y el número de prestaciones aumentasen, logró que se gastase mucho dinero en dependencia; permitió que los datos estadísticos dijesen que se habían creado cien mil puestos de trabajo e intentó que nadie pensase ya en su enclenque hermana.
Pero algunos de los que habían asistido al nacimiento se preguntaban: ¿No tenía que traernos un derecho universal? Entonces, ¿por qué salen tan diferentes las valoraciones de una comunidad autónoma a otra? y ¿por qué más de 200.000 personas tienen reconocido el derecho pero no reciben nada? ¿No tenía que traer servicios profesionales y calidad? ¿Por qué se dan más prestaciones económicas que de servicios? ¿Por qué la mayoría de comunidades no ha regulado la acreditación? ¿No tenía que ser sostenible? ¿Por qué sigue generando déficits de miles de millones de euros?
Los gobernantes que conocían el secreto seguían empeñados en mantenerlo escondido, ya que sabían que lo que había acabado matando a la pequeña había sido su incapacidad. Poco a poco, fueron consiguiendo que los pocos que denunciaban a la usurpadora fueran tenidos por locos o tontos y, así, la gemela siniestra fue creciendo. “Al fin y al cabo – decían –, lo que quiere la gente es recibir dinero para que les cuiden en casa y, ¿cómo no vamos a dárselo?”.
Al cabo de los años, se olvidó del todo lo de la calidad y profesionalidad. La gemela siniestra triunfó alcanzando con sus mini prestaciones económicas a millones de dependientes que las recibían, o no, según la comunidad donde vivían. Nuestros gobernantes se congratulaban recordándonos que éramos de los pocos países que podían presumir de una Ley de Dependencia universal y la gente se preguntaba: “¿De qué habla el de la tele?” “De la paguilla”, “Ah, pues a presumir”.